domingo, 7 de julio de 2013

Elevación

Grabado Flammarion, 1888.
Para poder contemplar la belleza del Universo, así como las relaciones secretas que existen entre las cosas, el poeta simbolista debe echar mano de diversas prácticas que le permitan liberar su espíritu.

Anteriormente se había presentado el poema Embriágate, de Charles Baudelaire, en el que se aprecia el primer paso hacia la contemplación: la ebriedad, que sirve como un método para librar el alma de las ataduras mundanas a través de un estado alterado de conciencia.

En el poema Elevación (Élévation), de Las Flores del Mal (1868), por su parte, el espíritu aparece ya libre y capaz de contemplar un plano más alto de realidad.

El poeta comienza describiendo la elevación del espíritu, desde la Tierra hacia el cielo, luego por encima de los astros e incluso más allá de la esfera de las estrellas, el nivel más alto según la concepción geocéntrica del Universo, y después del cual se encuentran los dioses.

Este vuelo permite al alma comprender las cosas desde una perspectiva “divina”: desde la altura a la que se encuentra, el espíritu puede contemplar todo el Universo ―como lo hace Dios―, por lo que conoce cosas imposibles de comprender para quienes permanecen en el nivel terrenal.

A continuación se presenta una traducción directa del francés que, sin ser literal, busca conservar el sentido de los versos; asimismo, se buscó darle alguna musicalidad, por lo que se añadieron unas cuantas palabras, señaladas en cursivas. El poema original puede ser encontrado aquí.

Elevación


Por encima de los lagos, por encima de los valles,
de montañas y de bosques, de las nubes y los mares,
más allá del sol, más allá del éter,
más allá de los confines de las esferas celestes,

tú te mueves, alma mía, te conduces ágilmente,
y, como un buen nadador, que en las ondas se sumerge,
atraviesas la profunda inmensidad alegremente,
con voluptuosidad indecible, viril y fuerte.

De estos mórbidos miasmas aléjate cuanto puedas,
ve a purificarte en el aire superior,
y el fuego claro que los límpidos espacios llena
bebe como un puro y divino licor.

Deja tras de ti las preocupaciones y las penas
que cargan con su peso esta oscura existencia,
¡Feliz quien puede, con un vuelo vigoroso,
lanzarse hacia los campos serenos, luminosos!

Aquel cuyas ideas, como aladas alondras,
vuelan libres al cielo en las matutinas horas
―¡Quien sobrevuela la vida y sin buscarlo comprende
el lenguaje de las flores y de las cosas silentes!

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