domingo, 26 de enero de 2014

Los Juegos del Hambre, una saga psicoanalítica (III)



Los Juegos del Hambre, como se adivina desde el primer libro, es una saga que apunta hacia la libertad; primero, parece dirigirse hacia esa liberta obtenida a través de la rebeldía y la insurrección, pero luego termina apuntando hacia la liberación, una forma de libertad mucho más profunda.

El camino hacia la liberación 

De acuerdo con Marcuse, la libertad es definida como una relación negativa con el otro: el individuo, que percibe en el otro una negación o un límite para su libertad, debe luchar por mantenerse libre.

En palabras del pensador alemán: "El individuo tiene que sostenerse y afirmarse constantemente a sí mismo para ser real, está colocado frente al mundo como su 'negación', como negándole la libertad, así que sólo puede existir arriesgando y ganando incesantemente su existencia frente a algo o alguien que se la disputa" (Eros y Civilización, 111)

Esta perspectiva "negativa" se observa en el comportamiento que mantiene Katniss durante la mayor parte de la historia: empezando desde sus cacerías y los desafíos al Capitolio en sus primeros juegos, hasta su constante insubordinación durante su exilio en el Distrito 13, su misión suicida (y ficticia) para asesinar al presidente Snow y, por último, el asesinato de la presidenta Coin.

En todos estos momentos lo que hace Katniss (y mucha de la gente que la acompaña) es demostrar que es libre: negar al otro represor y rebelarse, pues concibe que ésta es la única manera en que puede afirmar su existencia, su individualidad.

El siguiente pasaje de Los Juegos del Hambre resulta relevante en este aspecto:
La muerte de Rue me ha obligado a enfrentarme a mi furia contra la crueldad, contra la injusticia a la que nos someten. Sin embargo, aquí me siento todavía más impotente que en casa, pues no hay forma de vengarme del Capitolio, ¿verdad?
Entonces recuerdo las palabras de Peeta[...]: “Pero desearía poder encontrar una forma de... de demostrarle al Capitolio que no le pertenezco, que soy algo más que una pieza de sus juegos”.
Luego de esto, Katniss prepara con flores el lecho de muerte de Rue.

Por supuesto que este comportamiento conlleva una gran carga de miedo y ansiedad: al establecer una relación negativa con los demás, el individuo debe esperar que el otro busque a su vez afirmar su libertad e independencia, es decir, el sujeto que se comporta de manera "negativa" con los otros, debe esperar actitudes "negativas" a su vez. De nuevo, este resultado puede observarse en múltiples ocasiones, con Katniss temiendo constantemente por su integridad o por la de las personas que ama.

El comportamiento y la perspectiva que tiene Katniss, además, es retrato de la actitud que guardan los distritos, obligados a enfrentarse en los Juegos del Hambre: como resultado de esta competencia, cada distrito percibe como nocivos a los demás, por lo que desea retarlos y enfrentarlos. Esto permite que los Juegos sirvan como estrategia de represión y control por parte del Capitolio.

Luego de la caída del Capitolio, sin embargo, la percepción negativa del otro habría permanecido invariable bajo el gobierno de Alma Coin, de haber tenido lugar: del mismo modo que en el gobierno anterior, la presidenta Coin habría buscado mantener a los distritos sometidos y, por tanto, separados. Esta intención se adivina en la forma en que los trata durante la guerra: separando de manera tajante entre distritos aliados y enemigos, poniendo la consecución del poder antes que la seguridad y bienestar de la gente y, por último, traicionando a sus aliados cuando así le conviene.

Sin embargo, el asesinato de Coin por parte de Katniss dará un giro importante en el desarrollo de los acontecimientos.

Ésta es la última muerte a manos de Katniss, lo que implica que es el último acto que lleva a cabo bajo la percepción negativa del otro.

A partir de la muerte de Coin, se establece un gobierno democrático dentro y entre los distritos, lo que implica que, en vez de haber una cabeza que los dirija, existirá un trabajo en equipo por parte de todos ellos.

Asimismo, luego de este asesinato, Katniss se retira a su casa en la Aldea de los vencedores del renovado Distrito 12, y es en este retiro que alcanza un nuevo tipo de libertad: ya no necesita afirmarse ante nadie, ya puede ser ella misma, sin miedos, angustias ni arrepentimientos.

De nuevo, como explica Marcuse: "La verdadera forma de la libertad es, no la incesante actividad conquistadora, sino su llegada al descanso en el transparente conocimiento y gratificación del ser" (Eros y Civilización, 112).

En este estadio, el individuo ya no concibe al otro de forma negativa, sino que en la percepción de éste existe un reconocimiento y una reciprocidad, y este comportamiento se observa en la nueva forma de gobierno de los distritos así como en la nueva relación que establece Katniss con Peeta, la cual ya no está forzada por la culpa o el deber, sino que se da libremente.

Esta liberación, por supuesto, no puede ser alcanzada sin la lucha previa, sin embargo, consiste en romper con el círculo que las revoluciones establecen: patriarca - revolución de los hermanos - nuevo patriarca.

Conclusiones 

La idea del parricidio es central en el marco del psicoanálisis, pues da cuenta de la evolución tanto del individuo como de la sociedad.

Ahora bien, como se pretendió mostrar, esta idea sirve como guía en el desarrollo de la saga Los Juegos del Hambre, lo cual podría ser, además, una de las causas de su éxito: el deseo de libertad y la idea de “deshacerse del padre” son comunes a toda la gente, pero especialmente a los adolescentes, a quienes van dirigidos los libros.

Además, dentro de la saga, se observa una evolución de este deseo de libertad, que va desde aquélla que está relacionada con una visión negativa del otro y que sólo puede ser alcanzada a través de la rebeldía, hasta la que es resultado de un proceso de reconocimiento y reconciliación con el otro. Esta evolución en el deseo de libertad, por su parte, tiene que ver también con un proceso de maduración en el individuo, por lo que podría pensarse que los libros retratan (y guían) del algún modo el proceso de maduración de los adolescentes.

domingo, 19 de enero de 2014

Los Juegos del Hambre, una saga psicoanalítica (II)


Los elementos clave del "mito científico" del psicoanálisis, como el patriarca, la rebelión y la imposición de un nuevo orden represor, pueden observarse también en el desarrollo de Los Juegos del Hambre.

El Patriarca

Resulta evidente que la figura del padre original está representada por el Capitolio, quien reserva para sí todos los lujos y placeres, los cuales son obtenidos gracias al esfuerzo de la gente de los distritos, quienes deben invertir su tiempo en trabajar, por lo que retrasan o anulan, en ocasiones, la satisfacción de sus necesidades y placeres.

Asimismo, se sabe que este "padre" ha llevado a cabo acciones de castigo contra los distritos, las cuales son recordadas como Los Días Oscuros, y cuya memoria permanece vigente a través de la celebración de los Juegos del Hambre.

La rebelión de los hermanos y el nuevo orden represor

La revolución recordada como Los Días Oscuros sin duda constituye el primer intento de rebelión por parte de los "hijos", sin embargo, es evidente que este intento fracasó, pues en el momento en que empieza la acción, el Capitolio mantiene la hegemonía y castiga la insubordinación de los distritos.

La revolución verdadera sobreviene cuando el Distrito 13 comienza su avanzada contra el Capitolio ayudado por Katniss, quien bajo la forma del Sinsajo, se convierte en símbolo de la rebelión.

El Distrito 13 es una comunidad poderosa que apoya la insurreción en los distritos vecinos, proporcionándoles recursos humanos y en especie; asimismo, brinda asilo a los refugiados afectados por la guerra.

Al final, los distritos logran vencer a las fuerzas del Capitolio, y Alma Coin, la presidenta del Distrito 13, se prepara para subir al poder.

Aunque el gobierno de Alma Coin no tiene lugar, es fácil observar cómo se habría repetido el ciclo descrito en el mito freudiano: luego de la rebelión, los hermanos se habrían visto sometidos a una presión mucho más fuerte por parte del Distrito 13, en vez de haber obtenido la libertad.

La represión que le deparaba a Panem bajo el gobierno de la presidenta Coin puede adivinarse en algunos rasgos del Distrito 13. Por una parte, el estricto sistema de control que tiene este sector: alimento, ropa, hospedaje y servicios, todo está estrictamente racionado, a tal grado que robar un trozo de pan, compartir la comida o incluso tener una mascota constituye un delito grave; asimismo, existe un sistema de control personal muy preciso, en el que a cada habitante se le indica qué actividades debe realizar durante el día y a qué horas. Como resultado de esto, los demás distritos no sólo habrían quedado sometidos a un nuevo tirano, sino a un tirano mucho más estricto y vigilante.

Por otra parte, está la relación que establece el Distrito 13 con el resto de los sectores: al ser el distrito más poderoso y estable, el 13 se configura como una especie de “salvador” que auxilia al resto de los distritos y los conduce a la victoria. Esto habría provocado sentimientos de agradecimiento-culpa en los distritos más débiles, lo que los llevaría a someterse más fácilmente al régimen del 13.

Si bien uno adivina que éste era el curso lógico de la acción (o precisamente por eso), la intención de la autora no parecer ser mostrar cómo habría sido la vida en Panem luego de que Alma Coin subiera al poder, seguramente por considerarlo repetitivo; así, justo en el momento en que va a tomar el cargo, Katniss, invitada a la ceremonia, le dispara con su arco y la mata.

De este modo, aunque se observa que los hechos siguen el modelo freudiano, con la muerte de Coin, los personajes reciben una nueva oportunidad para alcanzar la libertad, sin embargo, en este caso habrá que buscarla por una vía distinta a la de la revolución.

domingo, 12 de enero de 2014

Los Juegos del Hambre, una saga psicoanalítica


El parricidio es central en la teoría psicoanalítica desarrollada por Sigmund Freud y continuada, en parte, por Herbert Marcuse.

Esta idea explica no sólo el desarrollo de la libido del infante, sino también la constitución y evolución de la sociedad organizada, y pueden encontrarse múltiples referencias a ella en distintos productos culturales, siendo uno de ellos la saga de Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins.

Durante las siguientes semanas, se trazará un paralelo entre el desarrollo de la obra de Collins y la teoría psicoanalítica. Para ello se esbozará un pequeño resumen de la idea del parricidio, y luego se vinculará con momentos importantes en el desarrollo de la saga (spoilers).

El marco freudiano 

En Tótem y Tabú, Freud explica el comportamiento de las sociedades primitivas a través del "mito científico", según el cual este tipo de comunidades eran dominadas por una macho tiránico (el padre), quien monopolizaba a las hembras de la tribu y obtenía satisfacción inmediata de sus deseos y necesidades, y que al mismo tiempo sometía a los machos jóvenes (hijos), quienes debían ocupar su tiempo en los trabajos requeridos por la tribu, por lo que reprimían sus deseos y retrasaban o anulaban su satisfacción.

No obstante, en algún momento, los hijos decidieron rebelarse, por lo que asesinan al padre en un intento por acabar con la repartición desequilibrada de placer y dolor.

Sin embargo, explica Marcuse, la destrucción total del padre más que terminar con la injusticia, habría conducido a la disolución de la comunidad: "La aniquilación de su persona amenaza con aniquilar la misma vida duradera de grupo y restaurar la destructiva fuerza prehistórica y subhistórica del principio del placer" (Eros y Civilización, 72).

Así, el nuevo gobierno instaurado por los hermanos tuvo que perpetuar el antiguo orden pero a través de una nueva forma: el padre original se vuelve una divinidad, y la dominación y la represión se internalizan: con la muerte del padre nace la culpa, y con ella cada individuo se vuelve su propio juez.

Si antes era el padre quien castigaba a los hijos que buscaban la satisfacción del placer en vez de trabajar por el bien de la tribu, ahora, con la culpa, cada individuo se encarga de hacer ese trabajo sobre sí mismo.

La divinización e idealización del padre original, además, facilitaría el ascenso al poder de individuos sobresalientes que pudieran encarnar el modelo del patriarca.

Se observa, entonces, que la revolución llevada a cabo por los hermanos en contra del padre no tiene el resultado esperado: en vez de provocar la liberación, el parricidio sólo cimienta la dominación y el sometimiento al internalizar la culpa y al facilitar el ascenso de nuevos patriarcas. Al final, "El rey es asesinado por la gente, no para hacerse libre, sino para que puedan poner sobre sí mismos un yugo más pesado", concluye Otto Rank, otro de los discípulos de Freud, en El trauma del nacimiento.